Una de las especies más afamadas y valoradas de nuestra tierra es la llamada seta de cardo, que comienza a crecer en otoño, para acabar en los guisos y fogones de nuestra tierra. Suele crecer en añojales o terrenos incultivados, en el margen de muchos caminos, lindes o ribazos, siempre asociado a otras plantas, como los cardos, dado que su raíz actúa como sustento del hongo en sí.
Su nombre científico, pleurotus eryngii está asociado con la pleurotus ostreatus, que no es otra que la seta cultivada y que podemos comprar en cualquier establecimiento. Esta seta también crece en estado silvestre, denominándola también seta de escalón, por su crecimiento imbricado, o seta de cespa, dado que suele surgir en las viñas. La seta de cardo. Se han estado investigando opciones para poder cultivar con éxito esta especie silvestre con excelentes resultados.
La seta de cardo o pleurotus eryngii tiene un sombrero de 4 a 10 cm de diámetro, de color que puede ir desde el más blaquecino o amarillento hasta el color cremoso, típico de una seta. El margen de este hongo es enrollado. El pie es blanco, relleno, muchas veces excéntrico del sombrero, sin anillo, atenuado en su baso y conectado a las raíces secas de las plantas herbáceas de las que saca su alimento, casi siempre de la familia de las umbelíferas.
Se suelen desarrollar en terrenos calizos: en eriales, baldíos, bordes de caminos, etc... donde se suele producir el cardo corredor (eryngium campestre). Esta planta espinosa suele crecer en primavera y en esta época ha sido separada de la raíz y va corriendo de un lado a otro. Nuestra seta de cardo se aprovecha de su raíz y obtiene su alimento de él. Sin embargo, al ser tan reducido su espacio de hábitat, la recogida es fundamental para no esqulmar este tipo de seta. Principalmente, se debe cortar el pie con una navaja sin hurgar en el terreno, para no estropear su posible reproducción.
En el inicio del otoño, cuando se producen las primeras lluvias, es fácil ver muchos caminantes que se sitúan en los márgenes de los caminos, en antiguos eriales o en terrenos baldíos caminando y con la vista enclavada en el suelo. Estos caminantes seleccionan y recogen estas setas que han ido adquiriendo renombre y son muy queridas en toda nuestra región. Sin embargo, la presión a la que son sometidas estas setas provoca que en muchas ocasiones se recojan setas muy pequeñas, no favoreciendo a su reproducción.
Los nombres que puede tener esta planta siempre dependen del lugar en el que nos hallemos. Se las llama de distintas formas, como puede ser seta de cardacuca, seta de carracuca o seta de cardocuco. En otros lares, como la vecina provincia de Albacete también se la llama seta de cañeje, por estar asociada a una planta denominada Ferula comunis o Thapsia villosa.
Esta seta tiene una curiosa forma de conservación: nuestro pueblo desde antiguo ha tenido mucho interés en recolectar setas. La manera tradicional de conservación se basa en el secado, insertando las setas en un hilo que se cuelga en un lugar sombreado y ventilado. Lo bueno de esta forma de conservación es que podemos tener setas frescas todo el año, simplemente sumergiéndolas en agua unos minutos antes de su consumición.
En Etnomicología en Castilla-La Mancha, de J. A. Fajardo, A. Verde, D. Rivera y C. Obón, de 2010, se comenta el desarrollo que ha tenido esta seta en la actualidad, dado que:
El abandono de la agricultura de montaña ha supuesto el incremento de los espacios disponibles para la fructificación de las setas. Pequeñas parcelas destinadas tradicionalmente al cultivo marginal de cereales son hoy el hábitat ideal para el crecimiento de Pleurotus eryngii.
El aporte nutricional de esta seta está bien documentado. Es una fuente natural de vitamina B2 y de otros nutrientes que son beneficiosos para el organismo.
En cuanto al aspecto nutricional, es un alimento con un significativo aporte de vitamina B2, potasio, yodo, agua y vitamina B3. El resto de nutrientes presentes en este alimento, ordenados por relevancia de su presencia, son: vitamina B, vitamina B9, fibra, selenio, fósforo, vitamina C, ácidos grasos poliinsaturados, hidratos de carbono, hierro, vitamina B6, magnesio, cinc, proteínas, calorías, calcio, vitamina E, ácidos grasos saturados, grasa, sodio y ácidos grasos monoinsaturados.
La seta de cardo constituye una fuente natural de vitamina B2 -o riboflavina-, lo que favorece la actividad oxigenadora intercelular, mejorando el estado de las células del sistema nervioso y colaborando en la regeneración de tejidos como piel, cabello, uñas y mucosas, y de forma especial en la integridad de la córnea, contribuyendo de esta manera a mejorar la salud visual. Esta vitamina interviene además en la transformación de los alimentos en energía, y complementa a la vitamina E en su actividad antioxidante, y a las vitaminas B3 y B6 en la producción de glóbulos rojos, ayudando a mantener el sistema inmune en buen estado.
La seta de cardo destaca por su aporte de potasio, que junto con el sodio, se encarga de regular el balance ácido-base y la concentración de agua en sangre y tejidos. Las concentraciones de estos dos elementos en el interior y exterior de las células de nuestro organismo, generan un potencial eléctrico que propicia las contracciones musculares y el impulso nervioso, con especial relevancia en la actividad cardíaca.
Por la presencia de yodo entre sus nutrientes, la seta de cardo favorece el funcionamiento de los tejidos nerviosos y musculares, así como el sistema circulatorio. Además, el yodo, colabora en el metabolismo de otros nutrientes, y juega un papel esencial en el adecuado desarrollo de la glándula tiroidea.
La seta de cardo contiene un 91,40% de agua, y por lo tanto favorece la hidratación de nuestro organismo, al que debemos abastecer, incluyendo el consumo a través de los alimentos, con una cantidad de agua que oscila entre los 2,7 y los 3,7 litros, dependiendo de cada constitución, de la actividad física desarrollada, o de estados como el embarazo, la lactancia, enfermedad o exposición a fuentes de calor, circunstancias estas últimas donde las necesidades de consumo aumentan.
Por su aporte de vitamina B3 -o niacina- la seta de cardo interviene en el proceso de transformación de energía a partir de hidratos de carbono, proteínas y grasas, y contribuye a relajar los vasos sanguíneos dotándoles de elasticidad, a estabilizar los niveles de glucosa y ácidos grasos en la sangre, y a reducir el colesterol secretado por el hígado. Junto con otras vitaminas del complejo B, la niacina ayuda a mantener sanas piel y mucosas digestivas, además de colaborar en el buen estado del sistema nervioso.