Pedazos de nuestro pueblo, pedazos de nosotros mismos. Adéntrate en este blog y descubre trocitos singulares de nuestro presente y de nuestros antepasados. Espero que te guste y espero tus comentarios al final de los artículos.

domingo, 26 de julio de 2015

SANTA MARÍA MAGDALENA: APUNTES HISTÓRICOS SOBRE SU FECHA


Casas de Haro siempre ha gozado de una idiosincrasia peculiar: en verano, las fiestas de Santa María Magdalena se celebran el último domingo de agosto. Pero, históricamente, la festividad de nuestra patrona ha tenido otras fechas. En este artículo queremos mostrar las fechas que ha tenido esta fiesta y ayudar a desentrañar las posibles dudas que se puedan tener.







Todos estamos de acuerdo en que la festividad de Santa María Magdalena es el 22 de julio. La celebración en esta fecha que establece el santoral católico es de todos conocida.

Mencionemos que el culto a Santa María Magdalena es muy antiguo, ya que la Iglesia siempre veneró de modo especial a los personajes evangélicos más cercanos a Jesús. La fecha del 22 de julio como su fiesta ya existía antes del siglo X en Oriente, pero en Occidente su culto no se difundió hasta el siglo XII, reuniendo en una sola persona a las tres mujeres que los Orientales consideraban distintas y veneraban en diversas fechas. A partir de la Contrarreforma, el culto a María Magdalena, "pecadora perdonada", adquiere aun más fuerza.

Sin embargo, en Casas de Haro se cree que nunca se ha celebrado en esa fecha. Al menos, no hay textos escritos que así lo corroboren. Es de suponer que cuando la iglesia de Santa María Magdalena se consagra en 1750, la festividad de Santa María Magdalena tuviera lugar en su día original, es decir, el 22 de julio. Esta idea no sería descabellada, porque en ese mismo lugar existía antes una ermita, con advocación a la abuela Santa Ana, y su festividad se celebraba el 26 de julio. Con el cambio de advocación, la nueva imagen, que llegó a Casas de Haro en la década de 1740-1750, se modificó la fiesta asimilándola a la nueva fecha.


Pero a lo largo de los años se pudo observar que las necesidades agrícolas, encaminadas a la siembra, hacían que el ciudadano no pudiera disfrutar como era debido de la festividad, dado que se hallaba inmerso en las labores propias de la época, esto es, la siega. En una fecha indeterminada, entre la inaguración de la Iglesia y el siglo XIX, se debió cambiar la festividad a una fecha más propicia para todos, es decir, el primer fin de semana de septiembre.

En 1863, el Ayuntamiento suspende una sesión ordinaria por la festividad de la patrona. En esos momentos, todas las semanas se celebraba una sesión ordinaria por ley en todos los Ayuntamientos, y en Casas de Haro se celebraba el domingo. En las actas de nuestro Ayuntamiento podemos ver una diligencia, que el Secretario del Ayuntamiento refleja en el libro de actas, para dar cuenta el porqué no se ha celebrado dicha sesión:

DILIGENCIA.- La pongo, de que el día seis de septiembre, y año del sello, no se celebró sesión, por ser el día de función solemne de la Patrona del pueblo, Santa María Magdalena”.[1]


[1] Aquí tenemos la prueba que las fiestas de Santa María Magdalena, se celebraban el primer domingo de septiembre, puesto que el 6 de septiembre de 1863 caía en domingo. Como todos los domingos había sesión ordinaria, este domingo se tiene que suspender por oficio de la patrona.
De ahí que veamos que la festividad de la patrona siempre se ha ido celebrando el primer fin de semana de septiembre, por ser más propicio a los agricultores y a las labores del campo. Un siglo después, concretamente, en el año 1965, se sigue celebrando la festividad el primer domingo de septiembre. En el acta del Ayuntamiento de 31 de agosto de 1965, se acuerda lo siguiente:

“Los señores del Ayuntamiento quedan enterados por su Presidente de que los próximos días 5 y 6 de septiembre se celebra en esta localidad las fiestas en honor de su Excelsa Patrona Santa María Magdalena, en cuyos actos se celebran funciones religiosas y profanas, acordándose por los señores concejales que este consejo asista en Corporación a los expresados festejos, demostrando una vez más el respeto y amor de este Municipio a la Divina Señora"
Quizá porque eran demasiado tardías, porque coincidían con la del vecino pueblo de Minaya, que celebraba sus festividades en honor al Beato Alonso Pacheco, celebradas el día 7 de septiembre, el caso es que el año 1980 es el primer año en que nuestras fiestas se celebran en la fecha que ahora mismo se celebran, el último domingo de agosto. Pero no sólo hemos cambiado las fechas de nuestras fiestas. El vecino pueblo de Casas de Fernando Alonso también modificó las fechas del Cristo, del último domingo de septiembre, a finales de agosto, y muchos años coinciden con las nuestras.

En el año 1980 publicamos un cartel de los festejos taurinos, en los que podemos ver que las fiestas se habían modificado al último domingo de agosto, es decir, el día 31 de agosto, y el día 1 de septiembre.



Actualmente, ha habido ciertos atisbos de polémica por un lado, de debate por otro, en el sentido que habría que cambiar las fiestas de nuevo de fecha, dado que cada año la Cooperativa de nuestro pueblo comenta que hay que vendimiar antes. Y no sólo eso, sino que muchos de los turistas que nos acompañan en estas entrañables fechas, suelen tener que irse para el domingo de las fiestas, perdiéndose lo demás.



En opinión personal, las fiestas deberían dejarse como están; de los siete posibles calendarios que existen, hay dos posibles escenarios:
- LA FIESTA DE LOS TURISTAS. Más motivada hacia ellos, el último domingo de agosto coincide con el día 24 de agosto, y es más propicio para los turistas, dado que se adelantan.
- LA FIESTA DE LOS DEL PUEBLO. Peor motivada hacia el turismo y la agricultura, dado que la fecha de la celebración coincide con el 31 de agosto, y los dos últimos días de la fiesta, ya en septiembre, llevan aparejado a que sólo las disfrutemos los que residimos todo el año en el pueblo, dado que los turistas tienen que volver a trabajar, y no pueden quedarse esos últimos días.


Si bien los tiempos han cambiado, y nos hemos acostumbrado a esta fecha, podríamos probar a modificarlas a otras fechas más convenientes al turismo y a la agricultura, fuente de riqueza esencial de nuestro pueblo. Ahora bien, devolverlas a su festividad original sería un descabello. Normalmente, el turismo siempre viene para la segunda quincena de agosto, y devolverlas a finales de julio convertiría nuestra fiesta en una de las primeras del calendario festivo de la comarca. 


Sin embargo, como todo en la vida, no estamos exentos de opiniones a favor y en contra. Lo importante es celebrar la festividad de Santa María Magdalena como mejor nos parezca, y e intentar contribuir un poco para que los festejos sean vistosos y podamos hacer gala de nuestra hospitalidad.



sábado, 18 de julio de 2015

ADIÓS, CASAS DE HARO, ADIÓS

¡Ay mísero de mí, y ay, infelice! 
Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así
qué delito cometí
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido. 


Permítanme comenzar con estos versos del poeta Calderón, ya que soy carne de papel, o de utensilios, o de muebles. Y ahora con mayor motivo, porque después de unas elecciones, han decidido talarme. He oído decir que no estaba en este programa electoral, pero tantas cosas se mantienen ocultas para luego darse de bruces con la cruda realidad... Quizá el sonido en el viento de la motosierra avise a mis vecinos árboles que, uno u otro día, pueden amanecer en el suelo, por una decisión política.

Hace 60 años una mano primorosa, la que ahora me corta, me plantó en un lugar inhóspito del pueblo de Casas de Haro. Asistí a una modernización de este pueblo manchego y mis ojos vieron cómo se construía el consultorio médico en mi mismo tronco. Asistí orgulloso cómo aquellos médicos salvaban vidas, cómo el ajetreo de un pueblo se producía cerca de mí.

Cuántos enamorados sellaron su amor bajo mi copa, cuántos jóvenes hablaban de sus cosas bajo mis ramas. Vi cómo la Asociación Juvenil tenía su sede, cómo los jóvenes iban y venían, primero con las bicicletas, después con las motos y al final con sus coches. Hasta con el Club del Real Madrid de Casas de Haro he celebrado copas, ligas... y he asistido impotente cómo se han perdido grandes y reñidos encuentros.

Asistí lágrimas de despechadas, secretos que yo solo me he guardado, algún que otro primer cigarrillo, muchos primeros besos y también el mal llamado "botellón", tan de moda ahora, que servía como reunión a los jóvenes.

Sin embargo, la mano humana que me plantó, ahora, no sé si por el destino, o por la maldad, me ha talado.

Ya no podré dar sombra a las gentes de Casas de Haro, no volverán las oscuras golondrinas, como decía Bécquer, ni siquiera alguna que otra despistada ardilla podrá correr su maratón por mis ramas. El viento frío en invierno y el viento cálido en verano ya no podrá mecerse y balancearse por mi copa.

El jueves 16 de julio de 2015 respiré por última vez, di sombra por última vez, sentí la savia moverse por mi tronco y mis ramas por última vez. Ahora sólo puedo yacer inerte en el suelo. Unos señores me cortaron mis alas hacia el cielo; no podré volver a ver el sol, ni siquiera podré competir con mis vecinos para ver cuál de nosotros es el más alto. Y todo por la mano experta, que a este paso, no dejará árbol vivo en este pueblo.

He oído decir que era porque fastidiaba a los vecinos (hasta un árbol por existir puede fastidiar), otros porque amenazaba con caerme (ahora ya ni siquiera ponen carteles por ahí diciéndolo).

Sólo me queda la satisfacción de haber pertenecido a este pueblo, de haber vivido para sus habitantes y haber presenciado el crecimiento de muchos y cada uno de los casasdehareños. El jueves 16 de julio de 2015, el Ayuntamiento me condenó a la tala. Quizá ahora, mi alma, elevada al cielo, entienda el por qué una decisión política deja una estela de desolación y destrucción a su paso.

Adiós, Casas de Haro, adiós...






sábado, 17 de enero de 2015

LOS QUINTOS

Es complicado hablar del fenómeno de las quintas y de los quintos. En primer lugar, porque prácticamente todos nosotros hemos vivido en mayor o menor medida tal fenómeno; y por otro lado, porque en los tiempos que corren ha sido una tradición tan arraigada que sería difícil describirla con veracidad, puesto que cada uno tiene sus recuerdos sobre su quinta, su año. Todos los hombres de nuestro pueblo tendrán en la memoria la fecha mágica de su 18 cumpleaños, no sólo por cumplir su mayoría de edad, sino también porque antiguamente se celebraba una tradición que hoy en día se ha ido perdiendo. Nos referimos a los quintos.

Una quinta es un año de nacimiento. Y todos los nacidos durante ese año son quintos o quintas. De ahí que Casas de Haro celebre cuando llegan festividades señaladas comidas o cenas de quintos. Por tanto decir que Fulano es de la quinta de Petrano es decir que los dos nacieron el mismo año. También se suele saludar en ocasiones a la persona que nació en tu mismo año como "quinto" o "quinta".

Los quintos eran aquellos mozos que iban a ser alistados en el ejército. Y por tanto, celebraban una fiesta alrededor de estas fechas. Había dos momentos del año en que salían los quintos. En diciembre, ya sabiendo el destino al que se iban a realizar el servicio militar, que salían por navidades y que pedían para pagar los gastos del anterior enero (si lo había) y llevarse algo de dinero al destino que le habían encomendado y todos aquellos que iban a salir durante ese año, que también disfrutaban de una fiesta, pero que pagaban lo que consumían a escote o lo dejaban debiendo en comercios o bares hasta diciembre de ese año en curso.

Normalmente, siempre había uno de los quintos que era el capitán (por ejemplo, en el vecino pueblo de Benítez, Pascual Martínez Martínez en "Tradiciones y costumbres de Casas de Benítez", Excmo. Ayuntamiento de Casas de Benítez, 1996, cuenta que se le llamaba "maestro") que era el que iba dando órdenes a todos los demás quintos. También disponía de una correa para hacer cumplir sus órdenes. El capitán era el quinto mayor, el que había nacido primero del año. Luego estaba el benjamín de la cuadrilla, aquel que había nacido el último del año, que era el que hacía las cuentas. Antiguamente, se solía nombrar a uno de los quintos estudiantes. Su vestimenta era sencilla, todos ellos llevaban unas gorras militares que iban pasando de generación en generación y de año a año.



Esta costumbre tuvo raigambre en nuestro pueblo y la gente estaba acostumbrada a convivir con la juventud, llamada a quinta. Los quintos se reconocían por un típico sonido, el de la turuta, que no era otra cosa que una caracola grande de mar que hacían sonar por las calles. Antiguamente también manejaban un carro en el que iban recogiendo cualquier tipo de leña para conformar la hoguera de San Antón, en su plazuela. Por supuesto, era la hoguera mayor del pueblo, y cuando estaba en ascuas, era tradición que los mozos de la quinta la fueran saltando uno a uno, a veces obligados por los correazos del capitán.

La ermita de San Antón es prácticamente tan antigua como el pueblo mismo. San Antón siempre ha sido un santo muy arraigado en la cultura española, dado su carácter protector de los animales. Y como pueblo agrícola y creyente, todo el mundo tenía una especial devoción al santo. El día anterior a su festividad, los quintos de ese año realizaban una hoguera con gavillas de sarmientos, leña caída o robada en dicha plaza. También se tenía por costumbre invitar a las quintas -a las chicas que habían nacido en ese mismo año-, durante la celebración de San Antón, o los días anteriores.



No era extraño encontrar muchos vecinos que también hacían una pequeña luminaria en la puerta de sus casas, a modo de vecindad, en la que compartían patatas, buñuelos, vino, aguardiente y otro víveres para celebrar el santo. En estos tiempos, ninguna calle del pueblo estaba alquitranada y prácticamente era la única diversión en un pueblo en el que el tiempo no discurría a la velocidad que disfrutamos ahora. Antiguamente un chiquillo podía ver los montones de ceniza el día de San Antón en todas las calles del centro, cercanas a la ermita de San Antón.


Se tiene constancia en nuestro Ayuntamiento del reemplazo de las quintas. El 11 de abril de 1841 tenemos el primer testimonio escrito de reemplazo y de quintas. Se realizaba el sorteo en la casa del alcalde, por no disponer de salón de sesiones, ni de Ayuntamiento y se avisaba del sorteo con el repique de las campanas, que finalizaba cuando había sido realizado el sorteo. Pero la costumbre de celebrar los quintos durante la festividad de San Antón tendríamos que remontarla a principios del siglo XX, dado que los reemplazos de mozos y las quintas se realizaban cercano el día 17 de enero, que era el día en que se celebraba San Antón y normalmente los mozos ya sabían que iban a formar parte del actual reemplazo y, por tanto, dispuestos a cumplir con el servicio militar. Por ejemplo, el 11 de enero de 1903, el Ayuntamiento realiza el reemplazo de mozos que recibirán el servicio militar obligatorio.

     Se trata de 13 personas que forman el reemplazo, sin embargo, seis de ellos han muerto, con lo cual 7 hombres son los que están alistados como quintos este año. El proceso de formación del alistamiento es el siguiente:
  •  Formación del alistamiento (Ayuntamiento, encargado del Registro Civil: Isidoro Perona Giménez y el Cura Párroco: Ramón V. Martínez.) 
  •  Se alistan los mozos que vayan a cumplir 20 años desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre de 1903. 
  •  La quinta para el reemplazo ordinario del ejército se forma conformando el Padrón y confrontando éste con el libro de bautismo, el registro civil y las listas de declaraciones de mozos. 
  •  Esta quinta también la pueden formar personas entre 20-40 años, que no hayan sido incluidos en sorteos anteriores. 
  •  Las copias aparecen fijadas “en los sitios de costumbre” durante 10 días.

Recordemos que durante los días de Navidad los quintos se hinchaban a comer, a beber y a andar de pedigüeños por las calles. En unas casas les daban dinero, en otras una botella de vino, en otra un conejo; en ocasiones, hasta saltaban algún corral que otro y realizaban algún destrozo de chiquillos. La cooperativa siempre ha facilitado vino a los quintos, también como tradición, prácticamente desde su fundación en 1956. También alguna vez ha sido sonada alguna deuda que han mantenido con algún establecimiento al que se han negado a pagar, o a circular por la calle ebrios, con cánticos, etc...

Durante los años 90 del pasado siglo, ya a finales del siglo XX, se elimina el servicio militar obligatorio, la antigua "mili"; en unos casos sustituyéndola por trabajos a la comunidad (los llamados objetores de conciencia), y dejando fuera del reemplazo a estudiantes, etc... Esta tradición moría tras estar arraigada en nuestra población. Y como tal se fue uno de los momentos más esperados por los chicos jóvenes del pueblo, el momento en que abandonaban la juventud y volvían de la mili hechos unos hombres, dispuestos a casarse, a trabajar y a formar parte del tejido social de Casas de Haro.