"Henchidos de alegría, cantemos sin cesar, gloria al padre de Cuenca, loor a San Julián". Desde época indeterminada, nuestro santo patrón, aquél titular de la Iglesia de la antigua aldea de labor llamada los Pavos, se celebra en Casas de Haro el 28 de enero. En su honor, todos los casasdehareños debemos sacar de nuestro patrón su caridad para darnos cuenta que ayudarnos los unos a los otros puede abrirnos la puerta grande a ser mejores personas y, por qué no, las puertas del cielo.
Como todos los años, el día 28 de enero procederemos a honrar a nuestro patrón San Julián. Es una fiesta pasada por el frío y la nieve en estos últimos años, pero también hay que pensar que todos los de Casas de Haro le damos calor.Para ello, su inestimable hoguera el día anterior a su fiesta, en la que todos los de Casas de Haro nos reunimos al calor en uno de los días más gélidos del año.
Desde época indeterminada, la juventud de Casas de Haro ha disfrutado de tirar carretillas durante esa noche para deleite de los mismos, y en los últimos tiempos, se está intentando que desaparezca esta costumbre, no sabemos si con éxito o no; sólo sabemos que la gente sigue adquiriendo carretillas y que se divierte durante esa noche tirándolas para festejar que San Julián ya está aquí.
De San Julián "el tranquilo" podemos hablar largo y tendido. Grandes autores han hablado de su vida y de sus milagros, y es uno de los santos que más devoción tuvo entre reyes como Felipe II, Felipe III,...
Es el santo por antonomasia de Cuenca, aunque no naciera en nuestra provincia, y sí en Burgos. Como persona santa, y después de ordenarse sacerdote, se dedica durante 25 años a predicar por toda España. De ahí que en nuestro himno cantemos en su primera estrofa "De Dios por el reinado, ardiendo en santo celo, por el hispano suelo, como un ángel cruzó"
Un buen día, San Julián llamó a su criado Lesmes, a quien dijo:
- ¿Quieres acompañarme, Lesmes?...
- ¿A dónde, señor?
- A recorrer España, dijo San Julián.
- Con vos, hasta la muerte, respondió Lesmes.
Sin más posesiones y bagajes que un crucifijo, un breviario, una imagen de la Virgen y una muda, San Julián y su criado Lesmes se dedicaron a predicar.
En 1191, mientras predicaba en Toledo, muere el arzobispo de Toledo, y su sucesor, don Martín López, lo nombra arcediano de la catedral de Toledo, cargo que acepta a regañadientes, gracias a que puede alternar su labor apostólica, con su cargo.
Cinco años lleva San Julián de arcediano en Toledo, cinco años que han servido para que todos le admiren y quieran. El 14 de diciembre de 1195 muere "el noble y prudente" primer obispo de Cuenca, don Juan Yáñez, sede episcopal fundada por Alfonso VIII en 1182, después de la reconquista de la ciudad del cáliz y la estrella. Conocía Alfonso VIII las virtudes y celo del arcediano de Toledo y creyó, ciertamente, que ninguno mejor que él podrá ser el segundo obispo de la recién creada diócesis conquense. De nada valieron las negativas y oposición de San Julián: en el mes de junio de 1196, a la edad de sesenta y ocho años, fue consagrado obispo entre la alegría y tristeza de los toledanos, que si veían hecho obispo a su santo arcediano, les dolía el perderle. Apenas consagrado obispo, acompañado de su fiel Lesmes, sale para Cuenca, cuya distancia con Toledo la salvan caminando a pie por sendas y vericuetos. En el camino se entera del gran recibimiento que preparan los conquenses, y ya, a corta distancia de la ciudad, espera que llegue la noche y hace su entrada cuando todos duermen: todos menos un rapazuelo del hoy Barrio de San Antón que les guía hasta el Palacio Episcopal y a quien el Santo protege, muriendo, según la tradición, de arcediano de Cuenca.
Sobre su labor como obispo de Cuenca, diremos lo que apunta uno de sus biógrafos:
"Sólo un espíritu de dinamismo multiplicado como el de San Julián podía llegar a una actuación tan compleja y ordenada. Cuenca y su obispado estaban en aquella época ocupados por tres clases de moradores: musulmanes, judíos y cristianos: a todos visita y catequiza; a todos instruye y forma: grande es su trabajo, mayor su celo, y el fruto no se hace esperar, haciendo una ciudad cristiana: hasta en los repliegues bravíos de la serranía, en los altozanos ondulantes de la Alcarria y en las llanuras sin fin de la Mancha, dejó prendido San Julián el encendido eco de su voz apostólica y misionera.Tuvo una gran preocupación y predilección por sus sacerdotes, que los quería santos y apóstoles. En sus célebres visitas pastorales ponía especial cuidado en corregir el deplorable estado de muchos de sus sacerdotes, y los insolentes e incorregibles de siempre le proporcionaron serios disgustos: por ser antes el deber que la amistad para San Julián, hubo de enfrentarse con su metropolitano y gran amigo don Martín López. a quién acudían, engañándole, esos desgraciados sacerdotes descarriados. Preocupóse grandemente por el Cónclave Levítico, especie de Seminario, que recogía los niños donados a la Iglesia. En definitiva: su labor episcopal en Cuenca fue tan abrumadora como de felices resultados, haciendo una dudad y diócesis eminentemente cristiana"
Si por algo debemos destacar a San Julián, es por haber tenido como principal característica la caridad: junto a su criado San Lesmes, se reunían en una gruta en los alrededores de Cuenca para confeccionar cestillas que luego vendían para satisfacer las necesidades de los pobres.Para todos era su pan, muchas veces milagroso. y para todos la delicadeza y exquisitez de sus cuidados. Solía el Santo anualmente retirarse unos días a una gruta abierta sobre el Cerro de La Majestad, para practicar esa especie de ejercicios espirituales que tanto le fortalecían: días de ayunos y asperezas, de oración intensa y mortificación constante. Llamaba el Santo este sitio "el lugar de mi tranquilo día": junto a la gruta. que hoy se conserva, se levanta una sencilla ermita en honor del Santo, y ese lugar lo llaman los conquenses "San Julián el tranquilo". En esos días de retiro fabricaba sus célebres cestillas, que. repartía en limosna a los necesitados y que todos procuraban tener, pues a su contacto se veían libres de enfermedad, rubricando con esta costumbre su apodo de obispo limosnero.
Todo ello le valió al morir, el apelativo de santo. De hecho, la catedral de Cuenca, que en esos momentos estaba construyéndose, le sirvió como morada eterna. Sus restos incorruptos se siguen guardando en la catedral de Cuenca.
En nuestro pueblo, San Julián y su ermita se levantaron en un año indeterminado, y digo bien, puesto que en ningún archivo al uso aparece nombrado. Es evidente que en las visitas de 1714 y 1734 no aparece nombrada. Toda vez que pertenecía a una aldea o barrio de los Pavos dentro de la aldea principal, o mayorazgo, de Casas de Haro, esta ermita tuvo que ser construida a lo largo de todo el siglo XVIII; pero con las continuas lluvias, epidemias y probablemente con la propia dejadez del pueblo, que no percibía renta alguna, esta ermita va quedando en ruinas y debe ser "reedificada a devoción de los vecinos" en 1846.
Sin embargo, volvemos a constatar que en la documentación del archivo del Ayuntamiento de Casas de Haro no aparece ni siquiera nombrada tal reedificación. Es evidente con toda probabilidad que todo se hiciera por suscripción vecinal, fórmula empleada para la construcción de caminos, cementerio e incluso calles, como puede ser el Camino de los Barrios en el último tercio del siglo XIX.
Al pertenecer al distrito o barrio de los Pavos, San Julián surgiría como evocación al obispo de Cuenca, famoso por sus milagros y su vida ordenada, según todas las crónicas. De su monolito, que se extrajo de su campanario, su báculo y su mitra, símbolo de su jerarquía en la Iglesia como obispo, su cestilla, símbolo de la caridad específica de este santo, y la palma, que la Virgen María le regaló en uno de sus numerosos episodios luminosos, que hace referencia a su vida santa, su pureza y su castidad, nos ayudan a delimitar los símbolos de su indumentaria y a San Julián. De hecho, el propio monolito que se exhibe en las inmediaciones de la iglesia de Santa María Madre de la Iglesia así lo atestiguan. Esos símbolos estaban expuestos en el anterior campanario que se erguía algo más majestuoso que el que tenemos en este momento, de escasa entidad e importancia.
Es evidente que esa reedificación de 1846 entronizó a San Julián como patrón. Pero cabe preguntarse si anteriormente la ermita (no olvidemos que su disposición así lo indica) no estaría advocada a otro santo o santa. Tendíamos a pensar que era Santa Ana, pero a la luz de recientes investigaciones, sólo podemos concluir que San Julián ha sido el patrón de nuestro pueblo desde tiempo inmemorial y que está puesto ahí por ser obispo de nuestra provincia, a la cual hemos pertenecido siempre desde nuestra fundación.
Fijaros cuál no será la devoción que desde siempre se le ha tenido a San Julián, que la calle que dejamos a mano izquierda de su iglesia nos recuerda a su fiel criado San Lesmes, y que la calle en la que está enclavada su iglesia y que puede considerarse uno de los ejes principales del barrio de arriba, junto a la calle Careaga, se dedica a su figura. Los habitantes de la calle San Julián, con todo el regocijo del mundo, esperan que lleguen fechas próximas al 28 de enero para honrar a nuestro patrón.
En la puerta de su iglesia, en el barrio de arriba, en el dintel, se expresaban hace años en madera, escenas de la vida del santo. Esa estructura de madera se tuvo que romper y no se ha repuesto. Sin embargo, como evidencia de pasado, presente y futuro, se podría proponer realizar una maravillosa estructura de medio de punto, en madera con escenas en bajorrelieve sobre escenas de la vida del santo, como en el momento de su consagración tuvo que existir.
De hace 10-15 años es la tradición de preparar un plato como las gachas, especialmente tradicional por su contenido e histórico por ser el alimento preferido en esta estación de frío por pastores, jornaleros y labradores, el día posterior a la procesión del patrón, primero a la Iglesia de Santa María Madre de la Iglesia y después a su casa, en el barrio de Arriba. Desde entonces todos los de Casas de Haro, vecinos de los alrededores y emigrantes que vienen a concelebrar la fiesta disfrutamos de unos días de esparcimiento y regocijo en honor a nuestro patrón. Como dice su himno, "LOOR A SAN JULIÁN".
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