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jueves, 17 de abril de 2014

LOS ROLLETES DE SARTÉN

Es difícil describir un postre de repostería tan típico, tan nuestro... Las palabras no me vienen a la mente para describir un sabor tan contundente, dulce y a la vez tan somero y puro como el clima de nuestra Mancha.
Los rolletes de sartén son llamados así porque se emplea una sartén para su confección. Se puede decir que este ejercicio de repostería pasa por conseguir extraer los frutos de la sartén, que no es otra cosa que los rolletes fritos. Se trata de un plato económico en demasía, puesto que aunque se gaste mucho aceite, éste se utiliza para otros menesteres: freír tortas, flores, orejetas, borrachos, etc... Y además, es económico, puesto que los elementos o ingredientes no son muy caros, y con poca cantidad se pueden hacer muchos de ellos.

En muchas ocasiones, la receta, y el modo de hacer (aquello que los estadounidenses llaman el know-how), han pasado de generación en generación. Las abuelas enseñaron a las madres, y en muchas ocasiones, las madres nos enseñan a nosotros. Investigando sobre este plato típico también hemos encontrado importantes referencias en lo ancho y largo de la Mancha. Lo encontramos en pueblos de Albacete (Munera, La Roda) y Cuenca (Villanueva de la Jara, El PedernosoSan Clemente), aunque la tradición de hacer rolletes se puede encontrar en toda España. Sin embargo, la cocina tradicional de la que hablaremos aquí la referiremos al pueblo conquense de Casas de Haro.

Teudiselio Chacón Berruga, en su libro "El habla de la Roda de la Mancha", Instituto de Estudios Albacetenses, 1981, en la página 76 los describe así:

Los rolletes son rosquillas o rollos pequeños en general, pero con muchas variedades, así: Los rolletes de Semana Santa -o de sartén- están formados de tres huevos, tres jícaras de aceite frito, tres de azucar y tres de leche, una gaseosa por cada huevo, la raspadura de una corteza de limón y media tacita de anisado. Todo esto se mezcla con harina procurando dejar la masa blanda; finalmente se forman rosquillas con la masa y se fríen en una sartén. Después de fritos se les echa azúcar por encima. No damos más nombres de variedades de rolletes porque, al igual que los rollos, se elaboran de múltiples formas y composiciones, bautizándolos muchas veces con nombres personales o conocidos en ámbitos muy estrictos, familiares, etc.
No debemos dejar de entender el sentido que tiene este dulce típico de nuestra tierra e intentar llegar al origen del mismo. Este rico postre se elaboraba en los días de Jueves Lardero, tal como se comenta del vecino pueblo conquense de La Almarcha, de los autores Nuria Sánchez García y Rubén Guillén Serrano.

De postre típico que se juntasen las vecinas esa mañana o el día de antes para hacer los rolletes de sartén que todos se comerían juntos en el campo y que hoy todavía hay madres que siguen haciendo de la forma tradicional (...)
La comida de este día se ha convertido también en una tradición, y si bien ahora ya no suele marchar al campo la familia, se sigue comiendo lo mismo en la casa; esta comida consiste en una tortilla de patatas de primer plato, de segundo chorizo, y de postre se preparan hojuelas y rolletes de sartén.
                                 

El origen de jueves lardero no tiene otro sentido que evitar la Cuaresma. En el siglo XIX había vendedores de bulas en Casas de Haro. La venta de las bulas produjo algunos problemas, puesto que cobraban mucho más de la tarifa oficial y el bulero o vendedor de bulas sacaba un sobresueldo que no le correspondía. Este oficio prácticamente está extinguido, aunque habrá ciudadanos que todavía conserven recuerdos de aquellas épocas.

Entre las condiciones de la Cuaresma estaba la de abstenerse de comer carne, y también de comer huevos y lácteos. La compra de la bula de lacticinio permitía comer huevos y leche durante la Cuaresma. Por tanto, no es de extrañar que los rolletes de sartén se cocinen para el Carnaval en algunos pueblos de Cuenca. Sin embargo, en otros, como Casas de Haro, los rolletes de sartén se cocinaban en Semana  Santa, una vez pasada la Cuaresma, y guardando la abstinencia y el ayuno, dadas las crudas directrices, en Viernes Santo.


No es de extrañar que lo curioso de su amasado atrajera la atención de las más pequeñas de la casa que aprendían a cocinar y a hornear este delicioso dulce con sus abuelas y madres. Tampoco es de extrañar que vecindades enteras se reunieran ante la lumbre para cocinar los deliciosos rolletes, pero también las tortas, las orejetas, los pestiños, etc... Mientras se cocinaba para todas las casas, en una especie de comuna, en la que todas las componentes tenían un papel: preparar, amasar, cocinar, endulzar, etc... debemos retrotraernos a épocas en las que no existía estos avances.


Los rolletes de sartén se hacían en la lumbre, y las pocas pertenencias de las familias hacía que no existiera en una cocina manchega otra cosa en muchas ocasiones que una mesa o tablón grande, una silla y un fogón o chimenea, como ya hemos visto en algún otro sitio. Las tortas se hacían en una servilleta o paño que las madres y abuelas se ponían encima para amasar y darle esa textura redonda, y los rolletes se hacían como una especie de tiras que luego se unían. Hoy en día, muchas cocineras de nuestro pueblo meten el dedo en la masa y cocinan los rolletes como si fueran modernos donut; pero antiguamente, nuestras abuelas y madres cocinaban haciendo la masa una especie de palote tieso y juntándolo en sus extremos después dándole esa forma circular. Claro está que en muchas ocasiones estos rolletes salían abiertos.


Quizá una de las características principales de la cocina de este plato repostero es que es necesaria la intervención de muchas personas, como hemos dicho más arriba, y esto traía que se contaran historias, que hubiera algún vasete de vino moscatel, intercambio de recetas y, por qué no, confesiones y cotilleos varios del pueblo.


Actualmente, modernas cocinas han suplido la pericia de nuestras abuelas de conseguir freír los rolletes de sartén con la leña, y con ello ha ayudado a que este plato se haga en muchísimo menos tiempo. Pero con ello también se ha perdido la antigua predisposición al compañerismo, a reunirse en una casa y comentar historias, cuentos, cotilleos, etc...

Ahora daremos, como siempre, las indicaciones para poder cocinar este postre de repostería casera:

INGREDIENTES (Para la masa de varias raciones)

Medio vaso de azúcar
3 huevos
Vaso y medio de leche
Vaso con dos dedos de aceite
1 raspadura de naranja
1 sobre de levadura
3 sobres de gaseosa
Aproximadamente medio kg de harina (aunque buscamos que los rolletes estén trabados, por tanto, la que admita)

                                  

En primer lugar incluiremos en un bol grande el medio vaso de azúcar, los tres huevos, el vaso y medio de leche y la raspadura de naranja. Es importante que removamos bien la mezcla, puesto que posteriormente, añadiremos el aceite de oliva y puede ser que se corte el contenido con la leche.

                                    

Una vez añadido el aceite al contenido, batiremos bien a mano o a máquina para conseguir que el contenido se disuelva. Obsérvese lo líquido que aparece el contenido.
Una vez realizada esta operación, iremos añadiendo harina por tandas, a puñados, deshaciéndola a base de batir. Es importante que no quede ningún grumo en la mezcla, puesto que posteriormente, en los rolletes saldría reflejado. Seguiremos batiendo bien la mezcla; según vayamos añadiendo más y más harina, nuestra masa quedará hecha cuando veamos que haya espesado, y eso lo iremos notando conforme vayamos batiendo el contenido.

                                





Añadiremos los sobres de levadura (hemos utilizado la marca Royal) y la gaseosa, y seguiremos amasando. La gaseosa y la levadura permitirá a nuestra masa subir cuando la echemos a la sartén. Hemos utilizado la conocida gaseosa El Tigre, que en 2015 habrá cumplido 100 años comercializando esta gaseosa en polvo que se usa ya por varias generaciones como refresco, corrector de la acidez en las comidas y como gasificante en repostería. No es de extrañar que en las antiguas tiendas de ultramarinos de nuestro pueblo, en sus expositores, se encontrara por estas fechas esta gaseosa, que se ha usado desde siempre para cocinar estos deliciosos dulces típicos de Semana Santa.



Una vez realizada esta tarea, espolvoreamos un poco de harina encima de la masa y tapamos 5 ó 10 minutos con un trapo de cocina el bol para dejar que la levadura y la gaseosa hagan su efecto y hagan subir la masa.

                                  

Después de ello, espolvoreamos harina en una mesa, tablero o lugar cercano donde vayamos a freír los rolletes, puede ser la típica mesa camilla redonda de la foto, o un tablero. Iremos realizando pequeñas, cuanto más pequeñas mejor, bolitas de masa, espolvoreándonos harina en las manos para darle mayor consistencia a la masa. Y las iremos dejando en el tablero que utilicemos.




Una vez hayamos llenado el tablero con la masa de los rolletes de sartén, añadiremos aceite de girasol en una sartén. Hay en otros lugares y casas que la realizan con aceite de oliva. El inconveniente es que este aceite es muy fuerte, con lo que el sabor del rollete es más fuerte, y también es más fácil que se quemen los rolletes. Sin embargo, se puede freír con el aceite que se quiera.

Una vez se haya llegado a una importante temperatura, mojaremos con aceite (de ahí el plato con aceite que se ve en la mesa de la fotografía de más arriba) nuestras manos, cogeremos una de las bolitas de masa, la extenderemos y le haremos el agujero, para, inmediatamente echarlas en la sartén.

Es normal que vaya haciéndose espuma, por el gasificante, en la sartén. Debemos estar pendientes para ir dando la vuelta a los rolletes, y que queden doraditos.



Una vez dada la vuelta de los rolletes, se sacan de la sartén. Antes de ello, debemos evitar que la masa de dentro quede líquida y lo de fuera dorado. En Casas de Haro se le llama a eso "tener los rolletes guacho". Por tanto, el truco es dejarlos cuanto más tiempo al fuego mejor, siendo el fuego lento el mejor para dorar los rolletes; y antes de sacar los rolletes, subirle el fuego aproximadamente 10-20 segundos, para conseguir matar el guacho. Antiguamente, con la leña, en muchas ocasiones se debía hacer gran acopio de la misma para poder cocinar estos deliciosos frutos de la sartén.

Después de sacarlos de la sartén y dejarlos reposar un minuto en un plato con una servilleta, para que suelten el aceite, llega el momento de pasarlos por un plato lleno de azúcar, para que impregnados de la misma, vayan a parar a la fuente de presentación. Ahora llega el momento de dejarlos enfriar y poder degustarlos. Hay gente que este plato típico lo acompaña con anís, con leche, con chocolate o incluso con vino moscatel. Lo importante es que este tipo de platos y tradiciones deben seguir vivas porque conforman la esencia de nuestras festividades, en especial la Semana Santa de Casas de Haro, y forman parte de nuestras abuelas, madres, hermanas e hijas.


Como en otras ocasiones, incluiremos un vídeo, esta vez del vecino pueblo de La Roda, en la que se nos cuenta cómo los obradores y panaderías del vecino pueblo, durante estas fechas, realizan un ejercicio de repostería para el turismo y los habitantes que tienen a bien comprar este manjar o fruto de sartén.



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