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lunes, 21 de abril de 2014

EL VERANILLO DE LAS LILAS

En nuestra región, la Mancha, no es raro ver en los antiguos corrales uno de estos arbustos que, por su tamaño, y especialmente, por sus flores, alegran el mes de abril en nuestro pueblo y en nuestra región. ¿Quién no ha olido unas lilas alguna vez? No es extraño encontrarse las tumbas de nuestros cementerios decoradas con esta flor olorosa.


El día 20 de abril, nuestros antepasados hablaban del veranillo de las lilas. Y es que en esta época se produce una subida de temperaturas que favorece el florecimiento de este arbusto. No es de extrañar que también haya refranes nombrando las lilas, como flor del mes de abril.


  • Aparte de otras cosas, en abril lilas y en mayo rosas.
  • En abril, lilas mil.


Esta planta, de la familia de las Oleaceae, igual que el olivo, crece en suelos arenosos y arcillosos, en lugares con mucha sombra, con fríos intensos, con suelos secos. Es una planta que necesita especialmente el frío en invierno para crecer. De ahí que en nuestra zona, con inviernos crudos, esta planta se haya aclimatado perfectamente.

En términos científicos, la lila tiene el nombre syringa vulgaris. Su etimología procede del griego "syrinx" (flauta), y es que su tronco y ramas se utilizaban en la antigua Grecia como instrumento para fabricar flautas. Y es que la madera de este arbusto es fina y responde bien al pulimentado.

Puede llegar a alcanzar de los 3 a los 7 metros de altura, y pasar a ser un árbol pequeño. Este arbusto también se le ha utilizado desde antiguo cercano a muros y paredes, dada su facilidad para crecer en terrenos de especial umbría. Incluso se la podría considerar una planta trepadora, porque su facilidad para crecer en espacios sombríos la hace especialmente indicada para patios y corrales.



El arbusto es de hojas caducas, lanceoladas, con el haz verde oscuro y el envés blanco lanoso. También son dentadas. Las flores pueden ser violetas, blancas o rosadas. Son pequeñas con los tubos de la corola anaranjado. Son muy atrayentes para las mariposas. El fruto es una cápsula seca, de color parduzco, de forma alargada, ovoide.

Las flores de esta planta, en infusión, se utilizaban como analgésico, para la fiebre y como anti-inflamatorio. Para ello, se cocinaba una tisana con 30 gramos de hojas y flor por cada litro de agua. También se ha utilizado desde antiguo como planta ornamental. Aunque en el siglo XVI se trajo a España, es en el siglo XIX cuando se desarrolla el interés por las flores y comienza a usarse como planta ornamental.

En nuestro pueblo, se le ha tenido mucho aprecio siempre. Los lilos de flor violeta o blanca son los más introducidos en nuestras casas, patios y cercados. Durante el mes de abril, y aunque este año se hayan adelantado, embargan de dulce olor las calles y lugares donde se encuentran. De hecho, sus flores son apreciadas por la industria del perfume por su agradable olor.

Blas de Otero, gran poeta del siglo XX español, retrata en uno de sus poemas la flor de la lila, en su libro "Las alas del lobo":

¿Cómo podríamos respirar y vivir,
si el espacio no estuviese
lleno de alegría y amor?


Si supieras de mi espanto. Oh
flor de la lila,
si tú supieras.

Si supieras de este frío que me embarga cuando pienso que no existes,
del miedo que engendra entender que hasta la nada
se olvida, de como tiemblan mis manos buscando
las huellas marchitas de un pétalo en la nieve,
o del dolor en mi pecho ahogándose en sí mismo,
o del gélido ataúd que llevo a las espaldas,
o de los pedazos de tumba, abierta,
adheridos en mis dientes, de las uñas sucias
creciendo, de mis caídas desde el fondo,
de mi lengua lamiendo el barro para nada.

Si tú supieras, oh flor
de la lila, si tú
supieras
que no hay dioses ni demonios a las puertas de mi alma,
si tú lo supieras temblarías
renaciendo de la nada
y uniendo tu hielo al frío –horror
que anidó en un sueño- arderías en mi adentro
arrancándome los miedos
que emponzoñan mis entrañas.

Si tú supieras que tengo, oh flor, sí, oh flor
de la lila,
que tengo un frío de muerte.







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