Hablar de una calle del barrio de Abajo en la que, aparentemente, no ha ocurrido nada, tiene un gran mérito.
Por lo pronto, al igual que otras calles del barrio de Abajo, ha sufrido un cambio de nombre. En otro lugar, ya tratamos el cambio de nombres en aquella sesión histórica del 1 de enero de 1901. Otro lugar con encanto del barrio de Abajo es el llamado Callejón del Gato, que ahora, por desgracia, aparece inanimado y sin vida, debido al derrumbe de una de sus casas, que ha cambiado varias veces de nombre, y que trataremos alguna vez.
Con la llegada del Ayuntamiento Constitucional de Casas de Haro, y en la mítica presidencia de don Luciano Cuenca Santos, si no me falla la memoria, en 1857, se produce el rotulado y la adquisición de nombre de todas las vías públicas de nuestro pueblo.
Final de la calle Gregorio Marañón. Obsérvese la situación en curva, fruto de la delimitación del Ayuntamiento en 1982-1984. |
En ese momento, la vía que nos ocupa tenía el nombre de calle de San Gregorio. Lo sabemos por un censo de población, de 1898-1899, en que venía reflejada dicha calle. Tenía una casa a mano derecha, la de los pares, con el número 2; y tres casas, en la mano izquierda, con los números impares.
Calle de San Gregorio PARES 2 IMPARES 1,…,5
Siguiendo a Juan Antonio López Cordero, en su artículo sobre la religiosidad a San Gregorio, hallamos que San Gregorio ha sido un santo al que se le ha tenido muchísima devoción en la geografía española.
San Gregorio, patrón de Fuensanta (Albacete) Imagen de Teleroda |
La figura de San Gregorio siempre ha estado íntimamente unida a la langosta, una plaga que desde la más remota antigüedad ha azotado periódicamente los campos. No sólo es el la Biblia donde la langosta aparece como una plaga desoladora. Todos los pueblos antiguos de la cuenca mediterránea y África conocieron y sufrieron periódicamente sus efectos, como nos relatan Plinio y Teócrito[1].
Y en todos ellos esta plaga fue relacionada con el poder divino. En nuestra era, el cristianismo recoge el relevo de las rogativas, apareciendo como intercesores frente a la langosta diversos santos. A partir de la Edad Moderna se impondrá San Gregorio Ostiense como el gran intercesor no sólo ante la langosta, sino también como el abogado contra el pulgón, la oruga y otras plagas del campo.
[1]Salido y Estrada, Agustín. La langosta. Compendio de todo cuanto más notable se ha escrito sobre la plaga. Naturaleza, vida e instintos de este insecto. Madrid, 1985, pp. 24‑28.
De hecho, si atendemos a los documentos que sobre nuestro pueblo aparecen en el Archivo Histórico Municipal de San Clemente, ya hallamos problemas de plagas de langosta (1757-1759 y 1779), gorriones, grajos y grullas (1775), zorros (1788-1789) y pájaros (1820).
Aunque no existe constancia que en nuestro pueblo se tuviera ninguna imagen de San Gregorio, ni por los mayos y dichos de nuestra localidad, ni por visitas pastorales de nuestro Obispo de Cuenca, sí podemos comentar que es tal su devoción que se ubica una calle en su honor a mediados del siglo XIX. Evidentemente, que este santo, que se celebra el 9 de mayo, tenga una calle en nuestro municipio no es fortuito, dado que nuestro pueblo siempre ha dependido de las cosechas y de la agricultura en general. No en vano, muchos de estos agricultores se encomendaban a San Gregorio para que su cosecha no fuera atacada por plagas. Además, en San Gregorio solía correr de boca en boca un refrán que decía "Por San Gregorio, la pipa al hoyo", y es que en su onomástica era cuando se solía plantar los melonares. ¿Y quién no tenía un melonar en el campo o en su huerta para sustento de la familia?
Principio de la calle Gregorio Marañón |
A mediados del siglo XX, se produce un hecho singular en Casas de Haro. El propietario en ese entonces de la finca Monte Viejo, don Constantino Careaga y Cortina, reciba la visita de un familiar ilustre, concretamente el cuñado de su hija doña Paz Careaga, en avioneta con alas plegables.
Y es que doña Paz Careaga estaba casada con un discípulo suyo, don Miguel Moya, que a su vez era hermano de su esposa, doña Dolores Moya. La amistad que unía a las familias era tal, que el célebre doctor viene al Monte Viejo a pasar un merecido descanso en compañía de sus familiares, los Careaga.
Don Constantino Careaga y Cortina es el único diputado a cortes que hemos tenido cerca, en nuestro pueblo, que obtuvo su credencial por el partido liberal, en San Clemente, durante 1916-1918, y gracias a eso, durante unos años pudo ejercer su cargo como tal en el congreso de los Diputados, amén de ser el propietario de la finca de labor Monte Viejo. Casado con doña Isabel Echevarría Azcárate, pasaban temporadas en este pueblo, disfrutando de un benigno clima, de la incontable caza y de su finca.
Por la visita que nuestro célebre doctor realizó a Casas de Haro durante los años 20, situaremos aproximadamente su llegada en 1925, el Ayuntamiento decide cambiar el nombre de dicha calle, llamándose desde entonces Calle Gregorio Marañón. Se dice que este célebre médico ofreció a nuestro doctor más ilustre, don Manuel Jareño, una plaza en su equipo investigador, declinando cortésmente dicho ofrecimiento por parte de nuestro médico ilustre, que ejerció con celo y dedicación su procesión durante 50 años.
La Calle Gregorio Marañón ha ido sufriendo remodelaciones en los prolegómenos del siglo XX. En los años 1982-1984, se procede a su remodelación, alineación y posterior alargamiento como calle, en la presidencia de don Alejandro Perona, no sin ciertos problemas con los vecinos, dado que fue una calle especialmente conflictiva, dados los problemas que ofrecía la delimitación de la calle.
Antigua herrería de la calle Gregorio Marañón. |
De ahí que podamos observar su línea curva, característica, que toma como eje la calle Herreros, y de ahí su rectitud hasta la Avda. de España. En ese lugar, existía una gran era que, con el tiempo, ha sido poblada por varias casas de nueva construcción que han dotado de vida a una calle que, desde siempre, ha sido parte integrante del barrio de Abajo, y que tiene un gusto especial añejo. La bodega y almazara que daba a espaldas de esta calle ha sido desde siempre un punto de importancia para el comercio agrícola de nuestra localidad. No es extraño que hace años el típico olor de almazara, cuando llegaba el invierno, y el olor a vino, en los meses de octubre y noviembre, impregnara la calle y el lugar. No era extraño oír los sonidos de la herrería en dicha calle, en la que el devenir de tractores y arados era lo habitual.
Asimismo, en comparación, la antigua era, en los momentos de trilla y laboreo de verano, llenaba esa calle de vistosidad al verse montones de grano esparcidos o hechos montones en dicha era. Un carro, olvidado y desvencijado, hacía las delicias de los niños del barrio de Abajo. Ahora bien, a partir de los años 2000, nuevas casas vienen a dar aires de juventud y de vida a esta longeva calle.
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