Pedazos de nuestro pueblo, pedazos de nosotros mismos. Adéntrate en este blog y descubre trocitos singulares de nuestro presente y de nuestros antepasados. Espero que te guste y espero tus comentarios al final de los artículos.

miércoles, 22 de enero de 2014

LAS GACHAS

Plato típico manchego donde los haya, señal e identidad de un pueblo como el nuestro. Desde antiguo, las gachas han servido como reconstituyente en los fríos días de invierno, dado que es un plato económico donde los haya y además, de gran aporte calórico. Utilizado por nuestros pastores y agricultores en los fríos días de invierno, han ido perpetuándose durante nuestra historia y han formado parte indiscutible de nuestro recetario típico.


San Julián es nuestro patrón. Su festividad, el día 28 de enero, ha sido aprovechado para organizar un concurso de este plato típico manchego. Desde tiempo inmemorial, el 29 de enero ha sido llamado el de "San Julianete". Durante este día, posterior al día grande de la fiesta de San Julián, se aprovecha para devolver al patrón a su Iglesia, situada en el barrio de Arriba.

Con el comienzo del nuevo siglo se aprovecha la tradición que hay del martes de las fiestas de verano, con el plato típico de los tojuntos, para apostar por las gachas durante la festividad de San Julián. Su lugar, que no ha sido modificado a lo largo del tiempo, es el parque del triángulo. La apuesta del Ayuntamiento es un éxito y comienza a cocinarse y degustarse las gachas en un día en el que, aparentemente, nunca hubo un festejo de mención.

Con el paso del tiempo, este día se ha convertido en uno de los más esperados por los habitantes de Casas de Haro para degustar un plato típico de nuestra zona, que se puede cocinar con las variantes de unas buenas setas, un poco de hígado machacado -o triturado- o las guindillas y picantes. Y es que en wikipedia, se nombran las variantes que pueden componer este plato manchego en toda la Mancha Baja:

En algunos lugares, como la Mancha Conquense, se acompaña también con setas o patatas. En esta misma provincia, concretamente en la comarca de la Serranía, aunque también en otros sitios en época de matanza, se suele acompañar con hígado de cerdo, cocido anteriormente, picado mucho y añadiéndolo al guiso a la vez que el agua. Otros posibles acompañamientos son guindillas picantes o pepinillos en vinagre.


Pero si queremos acercarnos a un plato como el nuestro, debemos irnos a "El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha". Ya en el siglo XVI, se hablaba de las gachas, y hay un episodio graciosísimo en el capítulo XVII de la segunda parte, en la que el pobre don Quijote se pone su casco lleno de gachas, con el consiguiente estropicio, todo preparado por su muy leal -y glotón- Sancho. 

—¿Qué será esto, Sancho, que parece que se me ablandan los cascos o se me derriten los sesos, o que sudo de los pies a la cabeza? Y si es que sudo, en verdad que no es de miedo: sin duda creo que es terrible la aventura que agora quiere sucederme. Dame, si tienes, con que me limpie, que el copioso sudor me ciega los ojos. 
Calló Sancho y diole un paño, y dio, con él, gracias a Dios de que su señor no hubiese caído en el caso. Limpiose don Quijote, y quitose la celada por ver qué cosa era la que, a su parecer, le enfriaba la cabeza, y viendo aquellas gachas blancas dentro de la celada, las llegó a las narices, y, en oliéndolas, dijo: 
—Por vida de mi señora Dulcinea del Toboso, que son requesones los que aquí me has puesto, traidor, bergante y malmirado escudero. 
A lo que con gran flema y disimulación respondió Sancho:
—Si son requesones, démelos vuesa merced, que yo me los comeré. Pero cómalos el diablo, que debió de ser el que ahí los puso.

Nuestra comida ha sido un importante complemento alimenticio para nuestros pastores y nuestros agricultores. Nuestros antepasados solían comer las gachas en días de labor, con un creciente frío. Su consistencia y su aporte calórico hacían de este plato una rica fuente de calorías para afrontar jornadas maratonianas de trabajo -en muchos casos, de sol a sol-.

Las gachas están compuestas de harina de almortas, o bien de titos, o guijas. Hace unos años, era difícil verlas en estantes de supermercados. Provienen de una harina fina que se molía para el ganado. Últimamente la podemos encontrar en muchos supermercados, debido al auge que tiene esta receta, como podemos ver en el siguiente enlace:


Si te dicen "harina de titos" o incluso "de pitos" no te preocupes, es lo mismo que la de almortas. Esta harina no es facil de encontrar fuera de Castilla-La Mancha, pero debido al auge de esta receta hay ya muchos supermercados que la venden.
Y es que hay recetas casi por cada casa, puesto que las hay con carne, sin carne, con setas, con hígado, etc...
Hay quien las come con guindillas en vinagre, cebollas en vinagre, con picatostes, con hígado de cerdo frito... Incluso hay quien las hace sin carne (existen las variedades de gachas viudas, gachas de matanza, gachas con tropezones... casi a variedad por casa). Lo que sí suele ser estándar es tener un buen porrón de vino a mano, que va rodando de comensal en comensal.
En nuestra zona, se dice que no se deben cocinar las gachas en día de difuntos o cuando hay un muerto, porque éste puede venir a meter el dedo.

Cuando se hacían gachas en el pueblo, y había muerto alguna persona, se creía por superstición que el muerto venía a meter el dedo en la sartén. Además, también se habla que si se hacían gachas el día de los santos, cualquiera de los muertos venía a meter el dedo en la sartén. La informante María José Calvo Cuenca nos ha comentado que escuchaba a sus padres comentar que de todas las versiones que ha oído la que más credibilidad le da es la de que esta superstición viene de la época de hambruna. Se cuenta que unos paisanos estaban en plena faena del campo preparando una "sartená" de gachas. Sin embargo, ésta era demasiado pequeña para la cantidad de comensales que se ponían alrededor. Esa misma mañana había muerto alguien en el pueblo y no se le ocurrió a uno, el más avispado de todos, que el muerto, al que le gustaban mucho las gachas iba a venir a meter el dedo en las gachas. Los comensales, con asco y con cierto miedo, dejaron la sartén y este señor, muy avispado, se comió la sartén él solo. Añade nuestra informante que la moraleja de la historia es que "si tienes hambre y la posibilidad de comer, venga quien venga, vivo o muerto, no dejes de comer".

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