"Sepan vuesas mercedes que mi nombre es Diego Montero Carretero, tengo 26 años, estoy casado y tengo por oficio el de bracero; vivo en la aldea de Casas de Haro, barrio y calle de la muy noble y leal San Clemente; y en aqueste mismo momento les contaré a ustedes mi historia, que sin ser grandilocuente y fuera de todo boato, aconteció en el año de Nuestro Señor de 1812, en el día 28 de enero, festividad de nuestro patrón de la Aldea de los Pavos, San Julián, 2º obispo de Cuenca, por la gracia de Nuestro Señor. Sigan ustedes leyendo y se darán cuenta que yo no soy pérfido ni insidioso: mi intención no fue mala, simplemente que el aguardiente que los bellacos del puesto público me dieron, contenía alguna substancia que me hizo obrar así, pero juzguen ustedes por sí mismos que aquesto que aconteció es tan real como que mi fortuna me hizo padecer graves tormentos".
Corría el año 1812, el día 28 de enero, festividad de San Julián, y los más notables de la Aldea de Casas de Haro se reúnen para investigar un suceso extraño que tenía a los habitantes desorientados. No se hablaba de otra cosa. Dando juicio y razón a las autoridades de San Clemente, y a los jueces y regidores de tan notable villa, acontece lo que contaremos a continuación, extraído de los documentos y legajos del archivo histórico de San Clemente.
En la aldea de Casas
de Haro, se reúnen don Julián de Perona, alcalde pedáneo, y el secretario del
juez para investigar sobre una denuncia verbal interpuesta por Alonso Carretero
sobre el robo de unas posesiones en un pozo de su propiedad. Según Alonso Carretero,
“el robo fue hecho entre el veinte y
siete y veinte y ocho de enero próximo pasado”.
Los efectos robados
en dicho pozo fueron:
·
Dos
piezas de lienzo casero curado de cuatro varas cada una y otros tres pedazos
uno de dos varas, y los dos de vara poco más o menos.
·
Una
mantilla de Musolina.
·
Una
almohada de lienzo sin puebla.
·
Una
pieza de dos varas de mosolina.
·
Cuatro
madejas de hijo blanco casero.
·
Una
madeja de seda negra.
·
Tres
ovillos de estambre, dos de color encarnado y uno celeste.
·
Como
media onza de azafrán tostado.
·
Treinta
reales en dinero.
·
Diez y
seis varas de longaniza.
·
Un
pernil de tocino de veinte y cuatro libras.
·
Un
pedazo de lardo como de diez o doce libras.
·
Una
manteca añeja de unas diez libras que le falta un poco y otra fresca de unas
quince libras.
Se le pregunta por
los sospechosos, y Alonso Carretero comenta que fueron “Diego Montero Mondragón y Diego Montero Carretero, porque habiendo ido
varias mañanas a beber aguardiente al puesto público que está en casa de dicho
señor Mondragón, su conmorador Martín Montero siempre observó el exceso con que
pesan tocino siendo así que le consta no lo tiene ni lo puede comprar por ser
miserable y en que en cuanto al otro Diego sólo fue un recelo porque siempre
les veía juntos; y además de esto, Juan Ortega de la misma morada los encontró
cerca de la Iglesia la misma noche que se verificó el robo, faltando como dos
horas para el día”.
Ante la declaración
de Martín Montero, éste comenta “que nada
sabe más que el haber visto freír mucho tocino en casa de Diego Montero
Mondragón varias mañanas que ha ido allí a comprar aguardiente, y que en cuanto
al otro Diego sospecha de él también porque día y noche andan juntos a hora y a
deshora”.
Ante la declaración
de Juan Ortega, éste comenta “que nada
sabe más que el haber visto juntos a los Diegos Monteros una noche que
faltarían como hora y media antes del día, y no puede asegurar el día que fue;
y que habiéndoles preguntado dónde iban dijeron que iban a llamar a casa de su
padre del Carretero, que es cuanto sabe y puede decir”.
Se realiza un
registro de la morada de Diego Montero Carretero y se encuentran los efectos
siguientes, procedentes del robo:
·
Una
pieza de lienzo casero de cuatro varas, otro pedazo de una vara y otro como de
media vara.
·
Una
mantilla de musolina.
·
Dos
madejas de hilo casero blanco.
·
Como dos
libras de tocino de brazuelo.
·
Como una
libra manteca añeja.
Asimismo, se procede
a registrar la casa de Diego Montero Mondragón y se encuentra lo siguiente:
·
Otra
libra de manteca.
Al encontrarse esas pruebas
se procede al embargo de diversos bienes de los culpables del robo:
DIEGO MONTERO CARRETERO[1]
|
DIEGO MONTERO MONDRAGÓN
|
Cuatro sillas de tablas.
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Una burra
|
Una mesa
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Dos sartenes
|
Una tarima vieja
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Un peso
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Una arca.
|
Una hoz de podar vieja
|
Una mudada sucia
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Dos ganchos de hierro
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Una sartén
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Una hacha.
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Un paño de linon
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Una horza con tres guarrillas de
aguardiente
|
un hazadón
|
un caldero viejo y un costal
|
una hoz
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Una manta peluda de cama
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una sábada
|
otra manta vieja
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una manta de cana
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un botijón de media arroba
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un cobertor encamado
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Un jarro y un embudo
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una tarima
|
|
tres hoces de segar
|
Después de realizar
el embargo, proceden a detener a Diego Montero Carretero, puesto que Diego
Montero Mondragón se fuga y aparece proscrito y en busca y captura.
Ante el juez y el
alcalde pedáneo, Diego Montero Carretero se derrumba y procede a declarar lo
siguiente: “que el robo fue a la
medianoche poco más o menos del día veinte y siete de enero; que los efectos
robados los tomaron de una choza que tiene en su corral Martín Montero su tío y
que éste sin duda fue el que los sacó del pozo en que estaban, aquella misma
noche pues bajando el exponente con su compañero de las casas de Arriba de
llevar a José Toledo un poco aguardiente para que vendiese al otro día vieron
dos bultos que manifestaron ser hombres, y aproximándose más, observaron ir
cargados y sospechando llevarían algún fraude, los siguieron, hasta que los
vieron entrar en la casa de dicho Martín, y mirando por lo alto de la pared de
su corral vieron y le conocieron como se descargó en la expresada choza; del
compañero dijo: que no puede asegurar si sería su hijo o no: en cuyo sitio se
hallaron los mismos efectos que traían y quitándolos de allí a muy breve rato
los llevaron casa de Diego Montero Mondragón donde repartieron (…) Asegura que
dichos efectos no se los llevó de allí hasta tres días, que sacándolos, los
llevó por más seguridad liados entre ropa sucia a un pozo de su padre
ignorándolo éste, en donde se hallaron. En cuanto a la declaración de Juan Ortega
dijo ser cierto que los encontró enfrente a la puerta de su padre, y que
habiéndoles preguntado que dónde iban a aquella hora dijeron que venían de ver
una carrasca seca para ir después a cortarla”.
De la declaración de
José Toledo, comenta que “no tiene
presente el día estuvo Diego Montero Mondragón en su casa a llevarle
aguardiente, pero que es verdad fue por aquellos días en que se hizo el robo,
pero sabe muy bien que sólo ha estado aquella vez y era ya de día. En cuanto al
otro Diego asegura que no le vio por entonces”.
Interrogando a Diego
Montero, observa que la acusación que le hace su sobrino “es un efecto de mala voluntad que le tiene, lo primero por haberlos
descubierto y lo segundo porque habiéndole faltado al exponente una cabra tuvo indicios
de que estos mismos reos se la habían comido y porque se quejara de ellos ha
tenido esta venganza”.
En la defensa, una
vez iniciado el juicio aparecen cuatro testigos, como Tomás Torrente de 37 años
que observa que tiene buena conducta como cristiano, Juan Esteso de 68 años,
que observa el estado de miseria del acusado agravado especialmente por un
temporal de nieves que ha asolado la población durante ese año, don José Saiz
Barbalimpia de 50 años, que observa que en la aldea no se habla de otra cosa y
es público y notorio la autoría de este reo; y por último, Julián Montero
Moreno de 29 años que lo observa como buen marido siendo un hombre honrado.
El juicio termina
condenándole a trabajos forzados en el castillo de las Peñas de San Pedro
durante un año y al pago con sus bienes embargados de la cosa del juicio y al
acusado de lo que falte para pagar lo robado. Asimismo, se deja abierta la
posibilidad de reclamar ante la justicia al otro autor operante del robo.
[1] Diego Montero Carretero
es bracero, está casado, es natural de Casas de Haro y tiene 26 años. Esto se
desprende de su declaración como responsable del robo.
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