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sábado, 11 de mayo de 2013

EL BOTÍN DEL POZO

"Sepan vuesas mercedes que mi nombre es Diego Montero Carretero, tengo 26 años, estoy casado y tengo por oficio el de bracero; vivo en la aldea de Casas de Haro, barrio y calle de la muy noble y leal San Clemente; y en aqueste mismo momento les contaré a ustedes mi historia, que sin ser grandilocuente y fuera de todo boato, aconteció en el año de Nuestro Señor de 1812, en el día 28 de enero, festividad de nuestro patrón de la Aldea de los Pavos,  San Julián, 2º obispo de Cuenca, por la gracia de Nuestro Señor. Sigan ustedes leyendo y se darán cuenta que yo no soy pérfido ni insidioso: mi intención no fue mala, simplemente que el aguardiente que los bellacos del puesto público me dieron, contenía alguna substancia que me hizo obrar así, pero juzguen ustedes por sí mismos que aquesto que aconteció es tan real como que mi fortuna me hizo padecer graves tormentos".


Corría el año 1812, el día 28 de enero, festividad de San Julián, y los más notables de la Aldea de Casas de Haro se reúnen para investigar un suceso extraño que tenía a los habitantes desorientados. No se hablaba de otra cosa. Dando juicio y razón a las autoridades de San Clemente, y a los jueces y regidores de tan notable villa, acontece lo que contaremos a continuación, extraído de los documentos y legajos del archivo histórico de San Clemente.

En la aldea de Casas de Haro, se reúnen don Julián de Perona, alcalde pedáneo, y el secretario del juez para investigar sobre una denuncia verbal interpuesta por Alonso Carretero sobre el robo de unas posesiones en un pozo de su propiedad. Según Alonso Carretero, “el robo fue hecho entre el veinte y siete y veinte y ocho de enero próximo pasado”.
Los efectos robados en dicho pozo fueron:
·         Dos piezas de lienzo casero curado de cuatro varas cada una y otros tres pedazos uno de dos varas, y los dos de vara poco más o menos.
·         Una mantilla de Musolina.
·         Una almohada de lienzo sin puebla.
·         Una pieza de dos varas de mosolina.
·         Cuatro madejas de hijo blanco casero.
·         Una madeja de seda negra.
·         Tres ovillos de estambre, dos de color encarnado y uno celeste.
·         Como media onza de azafrán tostado.
·         Treinta reales en dinero.
·         Diez y seis varas de longaniza.
·         Un pernil de tocino de veinte y cuatro libras.
·         Un pedazo de lardo como de diez o doce libras.
·         Una manteca añeja de unas diez libras que le falta un poco y otra fresca de unas quince libras.

Se le pregunta por los sospechosos, y Alonso Carretero comenta que fueron “Diego Montero Mondragón y Diego Montero Carretero, porque habiendo ido varias mañanas a beber aguardiente al puesto público que está en casa de dicho señor Mondragón, su conmorador Martín Montero siempre observó el exceso con que pesan tocino siendo así que le consta no lo tiene ni lo puede comprar por ser miserable y en que en cuanto al otro Diego sólo fue un recelo porque siempre les veía juntos; y además de esto, Juan Ortega de la misma morada los encontró cerca de la Iglesia la misma noche que se verificó el robo, faltando como dos horas para el día”.


Ante la declaración de Martín Montero, éste comenta “que nada sabe más que el haber visto freír mucho tocino en casa de Diego Montero Mondragón varias mañanas que ha ido allí a comprar aguardiente, y que en cuanto al otro Diego sospecha de él también porque día y noche andan juntos a hora y a deshora”.
Ante la declaración de Juan Ortega, éste comenta “que nada sabe más que el haber visto juntos a los Diegos Monteros una noche que faltarían como hora y media antes del día, y no puede asegurar el día que fue; y que habiéndoles preguntado dónde iban dijeron que iban a llamar a casa de su padre del Carretero, que es cuanto sabe y puede decir”.



Se realiza un registro de la morada de Diego Montero Carretero y se encuentran los efectos siguientes, procedentes del robo:
·         Una pieza de lienzo casero de cuatro varas, otro pedazo de una vara y otro como de media vara.
·         Una mantilla de musolina.
·         Dos madejas de hilo casero blanco.
·         Como dos libras de tocino de brazuelo.
·         Como una libra manteca añeja.
Asimismo, se procede a registrar la casa de Diego Montero Mondragón y se encuentra lo siguiente:
·         Otra libra de manteca.
Al encontrarse esas pruebas se procede al embargo de diversos bienes de los culpables del robo:

DIEGO MONTERO CARRETERO[1]
DIEGO MONTERO MONDRAGÓN
Cuatro sillas de tablas.
Una burra
Una mesa
Dos sartenes
Una tarima vieja
Un peso
Una arca.
Una hoz de podar vieja
Una mudada sucia
Dos ganchos de hierro
Una sartén
Una hacha.
Un paño de linon
Una horza con tres guarrillas de aguardiente
un hazadón
un caldero viejo y un costal
una hoz
Una manta peluda de cama
una sábada
otra manta vieja
una manta de cana
un botijón de media arroba
un cobertor encamado
Un jarro y un embudo

una tarima

tres hoces de segar

Después de realizar el embargo, proceden a detener a Diego Montero Carretero, puesto que Diego Montero Mondragón se fuga y aparece proscrito y en busca y captura.
Ante el juez y el alcalde pedáneo, Diego Montero Carretero se derrumba y procede a declarar lo siguiente: “que el robo fue a la medianoche poco más o menos del día veinte y siete de enero; que los efectos robados los tomaron de una choza que tiene en su corral Martín Montero su tío y que éste sin duda fue el que los sacó del pozo en que estaban, aquella misma noche pues bajando el exponente con su compañero de las casas de Arriba de llevar a José Toledo un poco aguardiente para que vendiese al otro día vieron dos bultos que manifestaron ser hombres, y aproximándose más, observaron ir cargados y sospechando llevarían algún fraude, los siguieron, hasta que los vieron entrar en la casa de dicho Martín, y mirando por lo alto de la pared de su corral vieron y le conocieron como se descargó en la expresada choza; del compañero dijo: que no puede asegurar si sería su hijo o no: en cuyo sitio se hallaron los mismos efectos que traían y quitándolos de allí a muy breve rato los llevaron casa de Diego Montero Mondragón donde repartieron (…) Asegura que dichos efectos no se los llevó de allí hasta tres días, que sacándolos, los llevó por más seguridad liados entre ropa sucia a un pozo de su padre ignorándolo éste, en donde se hallaron. En cuanto a la declaración de Juan Ortega dijo ser cierto que los encontró enfrente a la puerta de su padre, y que habiéndoles preguntado que dónde iban a aquella hora dijeron que venían de ver una carrasca seca para ir después a cortarla”.


De la declaración de José Toledo, comenta que “no tiene presente el día estuvo Diego Montero Mondragón en su casa a llevarle aguardiente, pero que es verdad fue por aquellos días en que se hizo el robo, pero sabe muy bien que sólo ha estado aquella vez y era ya de día. En cuanto al otro Diego asegura que no le vio por entonces”.
Interrogando a Diego Montero, observa que la acusación que le hace su sobrino “es un efecto de mala voluntad que le tiene, lo primero por haberlos descubierto y lo segundo porque habiéndole faltado al exponente una cabra tuvo indicios de que estos mismos reos se la habían comido y porque se quejara de ellos ha tenido esta venganza”.
En la defensa, una vez iniciado el juicio aparecen cuatro testigos, como Tomás Torrente de 37 años que observa que tiene buena conducta como cristiano, Juan Esteso de 68 años, que observa el estado de miseria del acusado agravado especialmente por un temporal de nieves que ha asolado la población durante ese año, don José Saiz Barbalimpia de 50 años, que observa que en la aldea no se habla de otra cosa y es público y notorio la autoría de este reo; y por último, Julián Montero Moreno de 29 años que lo observa como buen marido siendo un hombre honrado.
El juicio termina condenándole a trabajos forzados en el castillo de las Peñas de San Pedro durante un año y al pago con sus bienes embargados de la cosa del juicio y al acusado de lo que falte para pagar lo robado. Asimismo, se deja abierta la posibilidad de reclamar ante la justicia al otro autor operante del robo.





[1] Diego Montero Carretero es bracero, está casado, es natural de Casas de Haro y tiene 26 años. Esto se desprende de su declaración como responsable del robo.

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