El azafrán, o crocus sativus, es una especie que se extrae de los estambres de esta planta de la familia de las iridaceae. Existen diversas descripciones de esta planta, algunas más o menos doctas; sin embargo, las características de esta delicada flor las podemos describir de esta forma:
Cultivo de azafrán de la Mancha en Villafranca de los Caballeros |
Se caracteriza por tener una flor color Lila donde destacan el color rojo de los estigmas y el amarillo de los estambres. La flor es estéril, ya que se trata de un híbrido que se ha ido manteniendo a lo largo de los siglos debido a lo apreciado de sus estigmas. La reproducción de esta planta se realiza por bulbos. Cada flor tiene tres estigmas de azafrán, también llamadas hebras, las cuales están unidas en la base por el estilo. Los estigmas tienen forma de trompeta alargada, color rojo intenso que va decolorando hasta el amarillo en el estilo, también llamado rabillo.
Recogida de azafrán. Cuadro de Mercedes Blázquez |
El azafrán se cultiva en terreno ligero y esponjoso, evitando charcos y con un terreno que facilite el drenaje de la humedad. Es una planta agradecida, ya que no necesita mucha agua, puede crecer con lluvias que caigan en momentos concretos. Además, resiste heladas y también días de calor; sin embargo, el crecimiento de la flor es el que hace a esta planta delicada, al tener que ser recogida en determinados días del año.
El cultivo de esta planta suele durar de 3 a 4 años; en los últimos años de crisis, se están buscando cultivos alternativos, y el azafrán está en el punto de mira. Una vez se vaya a cultivar azafrán, se suele preparar abonando con estiércol el campo que vaya a sembrarse de esta planta. Sin embargo, es una planta que agota el terreno, y debe dejarse descansar una vez se ha plantado de azafrán, cultivándolo de otras plantas, para dejarlo descansar y reponerse.
El suelo debe estar resguardado de vientos y debe ser lo más plano posible. La erosión en un terreno dificulta el crecimiento de esta planta bulbosa. Suele crecer en terrenos de piedra caliza y también arcillosos, lo que hace nuestro pueblo un lugar excepcional para su cultivo. En estos momentos no existe tanta tradición de cultivar esta planta; sin embargo, en épocas no tan lejanas, cuando llegaban estas fechas, se veía a toda una vecindad reuniéndose en la cocina de una de las vecinas a mondar rosa de azafrán.
Cuando se plantaba esta preciada especia, se roturaba el suelo con anterioridad, durante el mes de enero, usando un arado que roturaba a 10-12 cm. Posteriormente se araba con un arado de mayor profundidad (30-35 cm) para facilitar el drenaje y filtración del agua, y para evitar la erosión. En mayo o junio se plantaba el bulbo que ya desde el primer año daba la preciada flor violeta, con sus estambres rojo fuego.
Cuando llegaba el 4º año, se extraían los bulbos, seleccionando los mejores para próximas plantaciones.
Una flor como ésta no estaba exenta de peligros. En especial, hablaremos de tres:
- Un hongo que ataca al bulbo, llamado hongo vinoso, por el color vino que aparece en el bulbo, que hace que la planta se seque y se extiende por toda la plantación.
- Los topos, que con sus madrigueras, se alimentan del bulbo y terminan con la planta.
- Las malas hierbas, que si bien no son peligrosas, si tienen que ver con el mal crecimiento de esta planta.
La recolección se inicia en la segunda semana de octubre. Suele durar unos 20 días, según la floración de la rosa del azafrán, que suele darse entre 2 y 6 días. Se les llama "días de manto". La recolección es dura, puesto que debe hacerse antes de que el sol caliente, en las primeras horas del días. Recolectar cuando el sol calienta provocaba que la planta se marchitara. En ocasiones, en días lluviosos o nublados, se recogía durante más tiempo, aprovechando que el sol no calentaba.
La extracción del azafrán se realiza cogiendo el tallo de la flor con los dedos y rompiéndolo. La flor se almacenaba en una cesta de esparto o de mimbre que tenía el recolector. Esta flor es muy delicada, por tanto, no se podía amontonar, normalmente se extendía sobre una lona para evitar que se apelmazara y los estambres sufrieran un deterioro de su calidad.
Después se trasladaba a una mesa para desbriznar o procederse a la monda. Esta labor es ardua. Familias enteras se sentaban para desbriznar esta flor, antes de las 12 horas de haberlas recogido. Se separa el estambre cogiendo el rabillo por la zona donde blanquea, y unidos por el pistilo de la flor, de tal modo que los tres estambres estén juntos. Este trabajo, principalmente, era de mujeres, dado que las manos de ellas, al ser más finas, realizaban mejor este trabajo.
Un trabajo como éste se solía comenzar al mediodía y duraba hasta altas horas de la madrugada. Las señoras hablaban de muchos temas sentadas mondando azafrán: del tiempo, de los maridos, de historias antiguas, de cuentos, de chismes, de maridos... muchas de las mujeres de nuestro pueblo recuerdan las maravillosas historias que se contaban con ese olor característico del azafrán.
Después de haber mondado, se procedía al desecado mediante fuego lento. Para ello, los estambres se colocaban en cedazos de tela metálica o tela de seda y se ponían encima de una estufa, de unas brasas o un brasero. Para que la calidad se mantenga, la temperatura debía ser constante, alrededor de 35ºC. Después de 45 minutos, el tueste había finalizado. El azafrán perdía humedad y los estambres quedaban reducidos a unos 2 cm. El color y el aroma cambiaban: de un color rojo vivo a un color rojo más oscuro; el olor característico era ahumado.
En ese momento, se pesaba en básculas de precisión para conocer la cantidad de azafrán recogido por las mondadoras que eran contratadas entre la vecindad y se guardaba en recipientes que protegían la especia de la luz y de la humedad (botes metálicos, cristal, cajas de cartón con paños encima, etc...). Según estimaciones, había que mondar 250.000 flores de azafrán para conseguir un kilo de esta especie. El aroma y el color son señales de calidad del producto.
Durante los últimos años, en Consuegra, se celebra el Festival de la Rosa del Azafrán, que está diseñado para que no se pierda tan interesante tradición manchega. Y es que el azafrán de la Mancha es seña de identidad de calidad y producto de la tierra. En nuestro pueblo, Casas de Haro, el azafrán ha sido y es un referente del pasado. En este momento, muy pocos agricultores están dispuestos a sembrar esta especia, que es considerado el oro de la Mancha, por la cantidad de cuidados y desvelos que trae. Sin embargo, en el pasado, no había casa de la Mancha que no tuviera un poco de azafrán en sus despensa, y no había pocas familias que usaban el azafrán para aderezar sus guisos en fiestas señaladas del calendario, en Santa María Magdalena o San Julián, o en Navidad.
Fotografías e imágenes: Antonio Sotos, S.L. comercialización y exportación de azafrán
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