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jueves, 18 de julio de 2013

PELEA DE FAMILIA: EL ANIMERO Y EL TRILLO

Pedro López "el Trillo" y Diego Montero "el Animero" mantienen unas luchas campales en la aldea de Casas de Haro, barrio y mapa de la Villa de San Clemente, y yo, don Joseph Ramírez, teniente pedáneo de estas casas, que llaman de Haro, atestiguo, con estos calores propios de agosto, en época de siegas y grandes trabajos, lo que aconteció el 1 de agosto de 1762. Sepan aquellos que quieran leerlo que tal suceso trae conmocionadas a todas las almas de nuestro lugar, y no sólo los más chicos, sino las mozuelas y mujeres que toman el fresco después de un día de siega, y los mozos, braceros y mayores que beben su vaso de aguardiente o vino no hablan de otra cosa en aquesta, nuestra aldea.


Compareció Joseph Ramírez, teniente pedáneo de la calle de Casas de Haro, de esta villa y jurisdicción, y dijo: que la noche del día de ayer[1] siendo como las diez horas de ella. Se le dio aviso como en las casas denominadas de abajo había ocurrido una pendencia en las casas de Pedro López (alias “el trillo”) y en las de Diego Montero (allias “el animero”), y que habiendo pasado inmediatamente a las casas parece ser cierta la referida pendencia; y haber resultado de ella heridos el nominado Diego Montero, María Montoya menor su mujer, María Montoya mayor, madre de la antecedente, el nominado Pedro López, marido de ésta; y Ana María Carretero, de estado viuda”.
Hombre cultivando viña.

Se manda que se les examine y se les cure las heridas. Esta actividad la realiza el maestro sangrador, Pedro Francisco Lucas, el cual realiza un reconocimiento de todos los heridos, hecho por el que tendrá que testificar en la causa que está abierta. En ella comenta los detalles diciendo que 
Bandolero español.
“como a las diez de la noche de ella (…) fue avisado por Ana María Carretero, viuda de Sebastián Carretero, vecina de esta villa, moradora en las Casas de Haro, para que fuese a las de la habitación de Diego Montero de la misma persona y domicilio (alias el animero) en las que encontró a José Ramírez, teniente pedáneo de las nominadas casas, con Julián Montero y Alonso Carretero de la propia vecindad, y por el expresado teniente se mandó al que declara reconociese al mencionado Diego Montero, Ana María Romero y Carretero y su madre y les curase las heridas o golpes que les encontrase (…)”
A Diego Montero  le encuentra tres contusiones[2]:
  • ·         En el pecho sobre el hueso esternón.
  • ·         En lo alto del hombro sobre la propia articulación[3].
  • ·         En la cabeza en el lado izquierdo sobre la comisura del hueso[4].


A Ana María Romero y Carretero no le halla en principio señal alguna. Sin embargo, ésta le comenta al maestro sangrador que 

“estaba echando sangre por sus partes pudendas, partes como lo podrá ver en su orina que habrá recogido con este fin en un vaso de barro” 

observando que tiene problemas urinarios o infección urinaria.[5]

Pasa a la otra casa en la que se encuentran Pedro López María Montoya y a la hija de éstos, María López Montoya, mujer de Diego Montero.

Reconocida  María López Montoya, se le encuentra una luxación en el tobillo, en que el maestro sangrador no puede saber el objeto con el que fue hecha y evidentes señales de arañazos en el cuello. Le dispuso una sangría de la que ella se libra declarando estar presuntamente embarazada[6].


Bandolero
Reconoce a María Poveda Montoya, hallándole una contusión en el brazo a la altura del codo, haciéndose la precisión que la herida es causada por una barra de madera. A ésta le aplicó una cataplasma ordinaria.
Diego López tiene una contusión en el hombro sobre la articulación, a la que se le aplicó una cataplasma, sin que revistiera mayor gravedad.

Al precisar los servicios del cirujano, por medio de auto de convocatoria, el cirujano de San Clemente, Miguel de Culebras, viene al pueblo[7] y reconoce a los responsables de esta pendencia. A Ana María Carretero, madre de Diego Montero no le reconoce la infección urinaria, puesto que le hace orinar en ese momento y comprueba que la orina sale limpia y perfecta.

Familia a la entrada de su casa. Antiguos pobladores de la villa de Moya.


El 26 de agosto de 1761 les llama a declarar, mandándoles una citación en la que el día 30 de agosto será el que usen para realizar el reconocimiento y las preguntas a todos ellos. De todos las declaraciones podemos observar que Diego Montero se hallaba con su mujer en la casa de sus suegros. Éste había pegado una zurra a María López Poveda, su mujer, y cuando llegaron a la casa de sus padres, ésta no se quiso ir a dormir con él, puesto que querían sus padres que se le pasara la pesadumbre de la anterior  pelea y para evitar que le volviese a dar. Él intentaba obligarla a marcharse, puesto que al día siguiente debía madrugar para irse a San Clemente.

El bandolero y su maja. Gustave Doré.
Los padres de María López, después de un tiempo de discusión, permitieron que su hija se marchase con su marido. Al llegar a su vivienda, estaba su suegra Ana María Carretero.  Entonces, Diego Montero volvió a pegar a su mujer, sin observar que sus suegros venían detrás de él.

Don Coto, el buen bandolero español.
Fue cuando se originó la pelea, puesto que los tres cuñados de Diego Montero, y hermanos de su mujer, llamados Tomás, Juan y Francisco López se presentaron en su casa y éste les dijo que en su casa no podían ordenarle, puesto que era suya. Diego Montero fue a por una porra para amedrentarles y después de discutir, oyéndose grandes voces, agarraron a Diego Montero por los pelos y comenzaron a pegarle: un palo en la cabeza y en el hombro[8], con el consiguiente atolondramiento, y después un golpe en el pecho.
Éstos, junto con sus padres, se llevan a María López a su casa, y es Ana María la que denuncia los hechos. Es evidente que en la declaración de la suegra –madre de Diego Montero- existe una cierta contradicción. En la declaración de María López, ésta comenta que perdió el conocimiento al ver la escena y que alguien le realizó los arañazos con una aguja del lienzo. Por tanto, al final tanto suegro como yerno salieron golpeados, aunque Diego Montero “alias el animero” salió peor parado.

El juicio termina publicándose la sentencia, condenando a todos los implicados a pagar una multa de 2000 maravedíes y los costes de cirujano, maestro sangrador y juicio. Exhorta el hecho que en una familia en la que existen problemas, los suegros deben interceder y mediar para que no existan discusiones y palizas. Y por otro lado, establece que el natural vínculo entre una mujer y un hombre debe estar basado en el amor.


[1] Recordemos que este documento se inicia el 2 de agosto de 1762, por tanto, el 1 de agosto de 1762
[2] En el archivo vemos que las tratará con una cataplasma de clara de huevo, aguardiente e incienso.
[3] Al parecer situada en el hueso húmero, por la notificación del cirujano
[4] A la altura del hueso parietal. Asimismo, el cirujano reconoce arañazos en la mandíbula.
[5] Debido a que la señora pasa de 60 años, el sangrador decide darles baños o apósitos con aguardientes en la parte dolorida
[6] No sabemos si realmente lo estaría o no, pero es evidente que si no lo estaba se libraba de la sangría y contribuía a crear una situación de compromiso en el enrevesado caso.
[7] Lo realmente interesante es el tiempo que tarda en llegar. “salir ella como a las cuatro de la tarde de este día (…) y me encaminé para estas Casas de Haro (…) a las que llegué poco más de las siete de la tarde”. Por tanto, en esos años para un viaje a San Clemente se tardaban tres horas.
[8] Diego Montero acusa de este palo a su cuñado Juan López.


FOTOGRAFÍAS Y GRABADOS:


Los fondos han sido estudiados del Archivo Histórico Municipal de San Clemente, en los expedientes de juicios de faltas del siglo XIX, expediente 4207.







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